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Hace siglos un amor fue prohibido, dos dioses de la antigua Grecia fueron separados y castigados por llevar un amor a ocultas de sus padres. Perséfone, la diosa de la primavera y Fobos el dios del miedo. A pesar de ser tía y sobrino, la diferencia de edad no era tanta. Perséfone era tan solo dos años mayor que Fobos.

Al cumplir su décimo año, Fobos fue entrenado en el arte del combate por su padre Ares, el dios de la guerra, al igual que su hermano mayor Deimos. La apariencia de Fobos era algo extraña. Su cabello largo y negro como la más oscura de las noches al igual que sus oscuros ojos enmarcados por el rojo sanguinolento de su iris resaltaba con lo pálido de su piel.

Un día Fobos se alistaba para ir a entrenar con su padre, salió del templo y corrió por el Olimpo presurosamente dirigiéndose a las áreas de entrenamiento sin prestar atención por donde iba, chocó con una persona.

-¡Auhh! Lo...lo siento no vi por donde caminaba, perdóneme- dijo casi de inmediato a la persona.

Fobos dirige su mirada hacia esta, una niña de caballera dorada y rizada, ojos ambarinos y de nívea piel. A pesar de su corta edad tenía el rostro maquillado, era en sí muy bella. Fobos se quedó embelezado por la belleza de aquella niña.

-No te preocupes, estoy bien- le responde sonriéndole de forma angelical, haciendo que Fobos se pierda en su hermosa sonrisa- Oye, ¿no me vas a ayudar a ponerme de pie?
Fobos rápidamente sale del trance y ayuda a la niña a ponerse de pie.

-Lo siento, tenía prisa- dice Fobos.
-¿Prisa? ¿A dónde te diriges?- le interroga.
- Voy a entrenar con mi padre, a propósito mi nombre es Fobos- le dice.
-Mucho gusto Fobos- responde esta y ambos se quedan callados por varios segundos.
- Bueno- dice Fobos rompiendo el silencio.
- ¿Qué ocurre?
- ¿Cuál es tu nombre?
-¡Ay! lo siento, mi nombre es Perséfone.
- Hermoso nombre- le dice provocando que la niña se ruborice y desvíe su mirada un poco. En eso llega una mujer y la aleja a Perséfone de Fobos -Oiga, ¿qué esta haciendo?

La mujer gira, es Deméter diosa de la agricultura, madre de Perséfone. Esta la sobreprotege de cualquier hombre incluso de un pequeño niño.

- ¡Aléjate salvaje de mi hija!- grita la diosa colérica
- Madre solo estábamos hablando…
- ¡No quiero que te acerques a él! ¡Menos a él! ¡Entiendes!- le resondra su madre.
- ¿Pero por qué?- refuta la hija-
- Es un hijo de Ares, lo único que tiene en la cabeza es matar y hacer sufrir a gente inocente; no quiero que tu seas así- le espeta.

Fobos queda agraviado por las palabras de la diosa, se acerca a ella y la toma del brazo.

-¡Oiga! ¡No hable de mí en esa forma!- le reclama.

Deméter voltea y mira al niño encolerizada a punto de golpearle, pero tras de ella Ares se encontraba, sujetándole el brazo.

- ¿No estabas pensando en golpear a mi hijo o si, Deméter?- dice Ares en tono socarrón.

Tanto Fobos como Perséfone lo miran sorprendidos, Deméter zafa su brazo y lo mira con desprecio.
- ¡Sólo quiero que tu engendro se aleje de mi princesa! ¿Entiendes?- le dice.
- Siempre y cuando no golpees a mi hijo- le dice seriamente.

Deméter toma a Perséfone y se marcha a su templo. Perséfone torna sus ojos hacia Fobos.

- ¡Espero que disculpes a mi madre Fobos!
- No te preocupes- dice mirando como Deméter se aleja con ella.

Ares y Fobos entrenan después de esa querella. Más tarde en el templo de la guerra, Ares, Fobos y Deimos se encontraban sentados en una mesa para almorzar, mientras una ninfa prepara la comida, Fobos aprovecha para intercambiar palabras con su padre.

-Padre, quiero volver a ver a Perséfone- dice este, Ares le mira por unos segundos y luego posa su vista en Deimos.
-Te doy permiso de hacer lo que se te antoje, pero lo que hagas será responsabilidad tuya.
-¡Gracias padre!- dice este sonriendo y colocándose de pie.

Ágilmente sale del templo, la suerte estaba de su parte, era ya de noche. Corrió entre las sombras y los arbustos, tratando de no hacer ruido, evitando que la luz de la luna cayese sobre él. Después de varios minutos logró llegar al templo de Deméter, asomándose cautelosamente a una ventana. Por azares del destino, resultó ser la habitación de Perséfone, quien se encontraba despojándandose de sus ropajes, provocando el asombro del pequeño dios que jamás había visto a una mujer desnuda, sin explicarlo súbitamente se sonroja pero se queda deleitado por la figura frente a él. En su descuido, trastabilla y cae del segundo piso donde se encontraba, llamando la atención de Perséfone quien asoma por su ventana a observa a aquel niño en el piso.

-Oye, ¿Qué estas haciendo aquí?- le pregunta.

El niño se va poniendo poco a poco de pie aún confundido por el golpe, mira a Perséfone.

- Pues le estaba cayendo y decidí darte una visita- le respondió, Perséfone entendiendo lo ocurrido río un poco.
-¡Pues ten mas cuidado la próxima vez!
- Si lo tendré- dice este, súbitamente llegan unos guardias y toman a Fobos llevándoselo al templo de Ares-Bueno, ¿nos vemos otro día?
- Está bien, Fobos- dice Perséfone asintiendo.

Después de esa noche, Fobos iba todas las noches a visitarla ya que en el día era imposible.